sábado, 5 de julio de 2003

Las dos Agujas, de Bustamante y Canalona

"Las dos Agujas", de Bustamante y Canalona 5 de julio de 2003

Nos dirigimos a escalar paseando, y acabaremos corriendo... Javier subió la aguja de la Canalona hace unos días, así que se presta a liderar de nuevo cordada para que yo también pose mis huesos en su aérea cima. A última hora se nos une nuestro padre que hará de fotógrafo. También nos acompañan Alena y Nuria. En el telesférico sobrepasamos la línea de nubes y caminamos a ritmo de niña de 6 años recién cumplidos durante los primeros metros camino de la Vueltona. Pronto nos separamos. Y decidimos empezar por subir a la Aguja de Bustamante... Así que dejamos atrás a Manuel y aún más atrás a Nuria con Alena. Sobre las 13:30 empezamos a trepar por los descompuestos bloques y grietas de la Aguja de Bustamante. Javier abre mientras yo me siento un poco “el señorito” , y el asume el papel de mi “Cainejo”. No es un sentir que me plazca. Así que cuando me toca el turno de seguir sus pasos, lo hago con la mayor celeridad. Los dos largos los hacemos tres, para dar tiempo a adaptar el ritmo cardiaco. Yo desde luego no sería capaz de tirar de primero sabiendo de los seguros tan “precarios” que van quedando por debajo. Vemos a nuestro padre abajo en la pedrera y nos apunta con la cámara. Tras decidirnos por rodear un enorme bloque desde su cómoda terraza, y tras pasar Javier un momento de apuro, obligándole a descender a recoger unos de los friends, para ponerlo por encima del otro... ya hemos completado el último largo y nos encaramamos en su estrecha punta. En verdad la punta solo la podemos abrazar con nuestras manos. Apenas disfrutamos de las vistas hacia la impresionante pared de Horcados Rojos... Abajo están ya todos y la cámara de fotos echa humo. En un solo rápel Javier desciende a la base (50 metros) y recupera la mochila que dejamos en la última repisa. Me toca rapelar y cuando estoy a unos diez metros del suelo, apoyo los pies en un bloque que repentinamente se desprende... “Piedra!”. Javier solo tiene tiempo de alzar la vista y fijarse en el gran bloque que se estrella a un par de metros de su cabeza y lanza pequeños proyectiles que procura evitar. Uno choca contra su casco y otro va a la mochila de su espalda... No ha habido daños! Uno no está seguro hasta que está en casa.

Pasado el susto recogemos y vamos al jou al encuentro del resto... y de los bocatas. Rápido tente en pié y yo aún animado a subir la otra aguja... la de la Canalona. A eso de las 15:45 caminamos hacia la base de la aguja. Manolo tira hacia el collado para pasear por la ladera de la torre de las Coteras Rojas, buscando panorámica para tirarnos fotos. Alena y Nuria se estarán un rato para luego bajar poco a poco. Tras hacer el primer largo por libre, comenzamos la trepada. Los dos primeros largos van rápido. Seguimos la grieta sin pausa. Dos cordadas nos esperan para poder descender. A falta de un largo, en el collado que separa la aguja del cuerno, esperamos a que rapelen los cuatro que descienden. Las agujas del reloj corren. Manolo duda sobre nuestra situación y sigue en tensa espera. Desde donde el está no nos puede ver. Finalmente la reunión queda liberada y Javier sortea los bloques para alzarse en la cima. Le sigo. Me arrastro entre sus piedras y me encaramo en el último peldaño. “Ahora ¿qué?” pregunto. De pié, encima de una laja apoyo los dos manos por encima de mi cabeza en la planicie de su cima. No hay agarres. “Alehop”. A pulso, sin echar vista al precipicio y para arriba. No hay otra. Al fin estoy arriba! Impresionan las vistas... por lo que apenas disfruto de ellas. Además el último telesférico nos abandonará a las 20:00. Dudamos si nuestro padre ya se habrá vuelto, cuando de pronto lo vemos en el collado de la canalona. Y aún le quedan fotos en el carrete. Acabó con las 24 en las dos agujas!



Primer rápel que desciendo primero. Este es vertical. Javier baja pronto y recogemos cuerda... con la mala suerte de que el nudo queda enclavado en una grieta y nos es imposible recuperar. No queda mas remedio que volver a subir, por la misma cuerda, con el ocho y haciendo nudos de seguro por debajo para poder recuperarlas. Javier se funde en la tarea, mientras yo procuro despejar mi mente organizando una de las cuerdas. Al fin lo logra. Arriba recoloca cuerdas y desciende. Aliviados volvemos a tirar de una de ellas ... Hostias. La cuerda se ha rizado y está ya muy arriba. Maldita mala suerte. Con cuidado seguimos tirando pero no podemos evitar que uno de los rizos alcance la reunión... y la cuerda que no cede. En nuestro empeño se desprenden unas cuantas piedras y esperamos encogidos que no nos golpeen. Nos libramos. Javier maldice. Y no nos queda otra que abandonar la cuerda. Menos mal que pudimos recuperar una. Son casi las 19:00h. Hacemos tres rapeles a toda velocidad. Una vez en el valle corremos pedrera abajo. Nos organizamos, cuerda para uno y mochila con material para el otro. Nos toca ahora carrera alpina! En media hora nos sumimos en la niebla más allá de la vueltona y alcanzamos el mirador del cable, a tiempo! Antes nos cruzamos con Mariano que “echará un vistazo a nuestra cuerda desde el refugio”. Y a un amigo de Javier que el siguiente día tiene previsto subir a la aguja y procurará recuperar nuestra cuerda... Menudo alivio. Veremos si aún tenemos suerte. Bajamos en el último viaje del día del funicular. Santa paliza, y aún sin disfrutar de las trepadas! Esto no está hecho para mí.

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