sábado, 16 de julio de 2005

Petit Midi

Petit Midi Un poco de literatura de montaña... 16 de julio (2005). Petit Pic Du Midi D'Ossau.- Si tuviera que resumirlo... Lo nuestro fue como "un gran rescate". Viernes 21:15h llegamos al camping de Escarrilla y tomamos parcela (la 21). Poco mas o menos a esa hora telefonea mi hermano desde Santander, de donde aún no ha salido en compañía de su pandilla (Julio, Vito, Álex y Joaquín). Los más veteranos, madrileños Jesús y Félix, ya están en el refugio Pombie disfrutando de la montaña. Acampamos Agus, Daniel, Cristina y yo, tras lo cual disfrutamos de una cervecita a 2,50 euros... A las 3 de la mañana del sábado oigo ruido, descorro la cremallera de la tienda y allá que entran los cinco cántabros... Se aposentan como pueden en nuestro pórtico. Cercano suena el bacalao y pocos minutos ganamos de sueño...

Sábado 4:45h, suena el despertador de Agus, y como un resorte me levanto. Se despereza el resto y desayunamos en penumbra... Lo que se puede. A las 5:20 estamos repartiéndonos material "de escalada" en el parking superprivado del hotel-camping. 6:00h salimos del aparcamiento de Pombie, que a esas horas ya está lleno. Por el camino que en 1 hora nos lleva al refugio vemos cómo muchos están en una forma física estupenda, o quizás son menos conservadores que otros. Alcanzar el collado y observar el Petit y Grand Pic del Midi D'Ossau... no tiene precio. Con los primeros rayos del día se ilumina la oscura montaña. Sobre las 7:15 llegamos al refugio en que Jesús y Félix nos reciben. Reparto de croquis, más material, y partimos. Algunos no se lo acaban de creer. Casi el primer contacto con la montaña para algunos, con la escalada no digamos... Que no, que no, que yo ahí no subo. -Vamos, que es fácil. Serían casi las 8:00 cuando partimos. El maestro Félix a su paso, y el resto algo más deprisa. Remontamos valle hacia el collado de Peyreget. Lagos, marmotas, piedras, sol, ... Qué jodido calor hace ya! Petit Midi, Collado de la Fourche, Punta de Jean Sante, punta de Aragón, Grande Midi...

Del collado enfilamos la arista y tras las primeras laderas herbosas, al alcanzar la roca, decidimos encordarnos. Hacemos tres cordadas; abro con Vito y Álex. Nos siguen los veteranos; Félix, Jesús y Agus. Cierra mi hermano, Javier, con Julio y Joaquín, los menos convencidos a esas horas. Pronto se comienza a hacer entretenida la marcha, sorteando obstáculos de uno y otro lado. Primer resalte en que aseguramos a la segunda cordada y proseguimos. Junto a tres grandes gendarmes me lío con los hitos, que perdemos por momentos y luego retomamos... Pero por camino equivocado. Tratamos de corregir saliéndonos de la ruta y Javier se ve obligado a abrir variante mientras el resto le observamos medio incrédulos degustando algunos frutos secos. Por allí que le seguimos y tras superar la dorsal alcanzamos una pedrera que ascendemos hasta el inicio de las verdaderas complicaciones de la ruta, ya a pie de la pirámide final del Petit Midi. Dudamos demasiado, y una cordada de americanos nos supera y hará esperar. Javier cree más seguro abrir con doble cuerda y asegurar a todos... Y nos empezamos a liar. Las dudas se apoderan de los menos convencidos. Tras asomarme, veo que la trepada es fácil y subo sin asegurar... Los demás nos siguen con mayor o menor riesgo, pero tardamos ... Antes de que el último supere este primer largo, me presto a ir abriendo los sucesivos, con mi equipo. Sin casi darnos cuenta alcanzamos una larga chimenea, bajo la que el patio es impresionante. No lo veo tan complicado y avanzo hasta llegar a una reunión desde la que podré asegurar al resto. Trabajo sicológico abajo, y físico arriba (asegura, recoge, tira cuerda, asegura, recoge, tira cuerda, ...). Los americanos que bajan, se impacientan y no pueden esperar más poniendo algo más nervioso a nuestro personal. Arriba de esta canal la complicación termina. Pero nuestra intención parece seguir siendo la de proseguir hasta el Grand Pic, que desde aquí impresiona, qué digo impresiona, acojona! Félix nos vende la idea de que lo más fácil para bajar es proseguir... Y esto, junto a la visión de la impresionante pared que tenemos en frente, hace desmoronarse la moral de algunos, ya bastante castigada.

Allí hemos llegado todos, pero únicamente nos importa alcanzar la cima a los que lo hacemos (Félix, Jesús, Agus, Javier, Álex y yo). Julio, Joaquín y Vito tratan de sobreponerse reposando 30 metros por debajo. En serio preguntan sobre la tarifa de los helicópteros, temerosos de que aquello del rápel, ocho, reuniones, etc, se complique más de lo que ha costado la subida. -Venga que de aquí salimos. A Félix le cuesta creer que el descenso más rápido sea por donde hemos subido. Son ya las 16:00 de la tarde, y no estamos para bromas. Nos aconsejan bajar por la arista de peyreget y así lo haremos.

Nos organizamos. Javier equipa, yo desciendo desliando cuerdas, doy apoyo desde abajo, mientras arriba Javier asiste a cada uno. Pronto descubrimos que lo de rapelar tiene su gracia y se alivia la tensión. En cada rápel echamos casi una hora, y montaremos cuatro!, o cinco. El segundo lo enlazo con rapidez y hasta Julio se anima ya para bajar el primero. Tiro anillos abrazando a tres rocas... No puede fallar. El tercer rápel parte de una reunión. Este te encara al precipicio, pero lo hacemos bien y pasamos sin apuros. De aquí toca apurarse (lo que ya es poco posible a la vista del tembleque de unos y la edad de otros...). Prefieren tirar valle abajo a retomar la ruta buena, lo que nos obliga a asegurar con otro rápel por "la variante López", en donde parece haber un "agujero negro" y mucha inestabilidad de rocas. Todos abajo están algo nerviosos por ver cómo Javier (quien por capacidad asume las labores de más riesgo) baja sin perder material. - De verdad, que no importa si hay que dejar allá arriba incluso friends, que luego lo pagamos entre todos. El agujero negro son dos metros, pasado este me suelto de cuerda para apoyar a Javier. Este se fía de una roca a la que abraza con la cuerda (tras desequipar lazo y friend) y baja hasta mi altura. De ahí, con cuidado hasta tierra firme (ejem, es un decir). Recogemos cuerda y tratamos de acelerar al grupo, que nerviosos esperan. Cuando nos ven a salvo, van tirando. Nos quedan pocas horas de luz y aún no estamos en senda alguna. Remontamos un collado en abanzadilla para buscar una salida hacia el de Peyreget, tratando de evitar la tremenda paliza que nos esperaría en el caso de optar por bajar hacia el lado opuesto al de nuestro refugio... Encontramos salida y dirigimos al grupo hacia allá. Me quedo de lazarillo para Agus y Jesús, que esperan a Félix, ya bastante mermado. Los últimos rayos iluminan al resto del grupo a quienes observo sobre la buena senda hacia el peyreget, nos saludamos y les indico que prosigan. Atrás formamos grupo los de más... de 35, y no podemos impedir que solo nos ilumine la luna. Jesús esperará a Félix (ambos pernoctan en el refugio) mientras Agus y yo alcanzamos la vital fuente del Pombie. Junto a esta me siento en la oscuridad y recupero vitalidad... 15 minutos me tomo antes de acercarme a todos, que han recuperado el buen humor... Comemos de todo, hasta vino avinagrado, ensalida de nosequé,... y agua, agua y agua. Sobre las 23:00h nos alcanzan Jesús y Félix, nos despedimos y bajamos hasta los coches en otra hora. Tumbados sobre la carretera, nos cuesta hasta arrancar... 00:30h entramos clandestinamente en el camping... Cristina nos tiene preparada una estupenda ensalada, caballa, espaguetis, cerveza fría, ... Esa ducha... Bien sabe Vito cómo nos sentó esa ducha.

Muchos no volverán en su vida a hacer semejante burrada, otros quizás se retiren definitivamente, ninguno lo olvidará. Dicen que la memoria aplica un sistema de autodefensa que consiste en olvidar con más facilidad las penas, reforzando las alegrías. Estoy seguro de que todos nos quedaremos con estas últimas, que hubo y a espuertas, aunque solo fuera por el instante aquel en que por fin pisamos la senda de regreso. Personalmente, me demostré algunas cosas. Gratamente descubrí que allá arriba el estrés desaparece en mi, tambien en esos momentos de verticalidad. La montaña hace surgir lo mejor y peor de cada uno de nosotros... y casi pude ver el alma de quienes me acompañaron. Hay quien confesó no haberlo pasado peor en su vida, pero todos tuvieron la capacidad de animarse y apoyarse en los momentos difíciles. A mi no me queda duda de que repetiré, si no en esta, en otras muchas montañas, en esta y las demás vidas...


--- Escribe Félix. Un par de días más tarde: Después de sufrir más de 48 horas de incomunicación debidas a la gentileza de Wanadoo, procedo a complementar el relato de Iñaki con aquello que su discreción le ha movido a omitir, aprovechando ya la ocasión para disertar también sobre otros temas relacionados. 1. En primer lugar, debo destacar la asombrosa tarea llevada a cabo a lo largo de todo el día por Iñaki y su hermano Javier. Todo cuanto fue necesario para que este grupo heterogéneo pusiese pie en lo alto del Petit Pic y para que luego regresase sano y salvo lo aportaron ellos dos, con una entrega y un derroche de facultades que nos dejó alucinados. Para empezar, fueron ellos dos los que tomaron la iniciativa de subir de primeros en los pasos críticos. Por un motivo o por otro, ninguno más parecía estar dispuesto a realizar esta labor. -Los amigos santanderinos de Javier no tenían experiencia de escalada y de entrada debían quedar eximidos de tal función. -Agus, que hizo sin pretenderlo una magnífica demostración de cualidades físicas y mentales a lo largo de todo el día (se ha confirmado como una joven promesa del sextogradismo español), estaba por historial en la escalada en las mismas condiciones que los anteriores. -A Jesús le volvió a aparecer el Baker, o Braker o Butter o como se llame, en la rodilla, lo que unido a las limitaciones de su mano y brazo, víctimas de una antigua caída, tampoco eran como para encomendarle la vanguardia de la expedición. -Y en cuanto a mí, para qué hablar. Mi atroz caída de medio metro (o quizá 40 cm) en Gredos en la primavera del año pasado, que le ha costado a Sanitas 7 meses de rehabilitación diaria, me ha generado una toma de conciencia de los efectos de la edad y concretamente un terror a las caídas que me lleva a pedir encordamiento hasta cuando a media noche la próstata me obliga a bajar las escaleras del dormitorio de refugio. Pues bien, los hermanos López, ante este panorama, ni rechistaron, sino que se aplicaron sonrientes a proveer todo cuanto el resto de la troupe requería. Y no es poco formar así una o dos cordadas de en total 9 personas y subirnos y bajarnos en una escalada (más o menos severa) de cientos y cientos de metros. Y para ello aportaron toda la iniciativa necesaria, unas magníficas cualidades trepadoras y unos conocimientos técnicos sobre el uso de cuerdas, cintas, mosquetones, friends, ochos, descensores y otros modernos artilugios que nos dejaron asombrados a los antiguos que todo lo hacíamos a pelo (¡y así nos iba!). A lo que hay que añadir su devota atención, personalizada y gratuita a cualquiera que la necesitara durante las 18 horas que duró la aventura.
2. Después de darles su merecido a los hermanos López, debo hacer constar que no solo ellos sino todo el mundo dio el máximo de sí y que tal cosa debe admirarse sobre todo en el caso de los amigos de Javier pues a pesar del temor que les suscitó verse tan arriba y tan alejados de la tierra firme, en ningún momento dieron la más mínima guerra. Cuando les llegaba el turno de subir o de bajar lo hacían sin rechistar y ni una sola vez dijeron cosas como ay que me caigo o no puedo o que alguien me ayude. Más aún, a la bajada, cuando ya habían constatado sus propias capacidades, se pusieron a la cabeza de la expedición y descendieron desencordados y felices el larguísimo trecho final. Creo que con la experiencia adquirida, solo nos falta superar los achaques y la edad para convertir a esta troupe en un hito de la historia del pirineismo del siglo XXI.
Ya algo se avanzó en ese sentido pues a vuelta, por la noche, el guarda del refugio de Pombie coincidía con nosotros en que el tiempo empleado en hacer la arista de Peyreget podía merecer nuestra inclusión en el libro de los Guinness. En 26 años que llevaba allí nunca había visto nada igual. 3. Otro tema. Escribe Iñaki que después de ésta algunos quizá se retiren definitivamente. No sé si pensaba en alguien en concreto, pero yo sí lo he pensado. Concretamente en mí. Porque veo que esto de la edad y los achaques es acumulativo y uno está siempre peor que ayer pero mejor que mañana. Poco razonable sería que dentro de unos años los buenos y abnegados amigos que tengo me subiesen y bajasen en camilla al Midi y encima comentasen El pobre; los zarandeos que le estamos dando a la camilla y él sin rechistar. Pues no. Antes debería retirarme motu propio cantando aquello de <<>> Porque ya hoy mismo me pregunto. ¿Es que yo aporto ya algo al grupo? Y la respuesta es afirmativa. Sí yo aporto PESO. No mis 57 Kg, sino el del macuto que los demás se ocupan de llevarme. Solo me cabe el resquicio de que la actividad que pretendo realizar en solitario después de estos últimos doce meses de inactividad motivada por los temas del hombro y la rodilla, me aúpen a una condición menos alejada de la de un normal compañero de cordada. 4. Último punto. Concluía su escrito Iñaki diciendo que pretendía repetir si no en esta, en otras muchas montañas. ¿Estaría dando a entender que no ha sentido ni siente sensación de coitus interruptus por no haber podido saltar del Petit Pic al Grand Pic y que pasa de volver a intentarlo? ¡Qué hombre! ¡Qué hombre! ¡Qué sangre fría la suya! Os dejo. Buenas vacaciones, compañeros del metal, que diría Jesús. ------- Replica Agus Aún con las mejillas húmedas, compañero Félix, te quiero decir que en la montaña tan solo en una cosa me pediré " ir de primero ". Para llevarte la cantimplora y el bocata y así tener el privilegio de ir junto a tí trepando como sólo tú sabes por vías como sólo tú conoces, y con la conversación que sólo tú tienes entregando además altruistamente toda tu sabiduría. ¿Cuándo decías que salíamos? ¡VIVE LE GRAN PIC! Y Salud,