viernes, 15 de octubre de 2004

TransMadrid 2004 - BTT

TransMadrid 2004. 16 de octubre 2004.

Alberto nos lo cuenta:

"A las 6 y 20 de la mañana estaba Iñaki en la puerta de casa. Fuimos en 2 coches hasta Chamartín y desde allí en uno a 3 Cantos. Alrededor de la estación había ya ciclistas calentando motores. Pronto, después que solo faltaban 4 ciclistas, sensatos de última hora de los alrededor de 60 que participamos, iniciamos el recorrido, bajando a la cola del pantano del Pardo, completamente a oscuras. Amaneció después de media hora y ya me encontraba en compañía de Clarke. El festival era internacional (Inglesa y portugueses). Ya tenía molestias intestinales. El tramo de la ruta desde la salida del pantano hasta coger una pista serio muy técnico. Evidentemente lo recorrí andando, castigando la fascia. Iñaki aprovechó para hacer fotografías increíbles. Pronto me di cuenta que no estaba en condiciones físicas lucidas. No se debe montar en bici con diarrea, y menos andar con la bici a cuestas, y por terrenos que te agitan. Renqueando llegue a Manzanares y sólo eran 40 Km., Cometí mi primera infracción al salir por carretera desde Manzanares. Luego el camino de tierra, llenos de baches. Al llegar a la barrera de la pista que conduce al puerto, destapé mi botellon de aquarium, delicioso. Seguí caminando y una voz femenina desde uno de los 2 todo terreno de apoyo me indico que habían cerrado el control, y que si quería me subían al refugio en coche. Acepté la invitación y cuando llegamos al refugio ya había ciclistas esperando. Frío y viento. En el avituallamiento, pedí comida de régimen, pero no lo tenían previsto. Bajamos hasta el Paular, y el director de la carrera, me dio autorización para subir por carretera. Llegué a la par que otro que también subió como yo, y el primero del grupo que subió como se debía haber subido. En seguida apareció Iñaki. Me lleve desilusión, porque un grupito de 6 o 8 se habían equivocado de ruta, y probablemente subieron hasta cerca de la Bola, donde el camino se convertía en pared. Los organizadores llegaron a pié justo cuando acababan de pasar por el punto conflictivo, y aún estaban a la vista. Es probable que alguno de estos hubiera llegado antes que Iñaki. Los que se equivocaron llegaron extenuados a Cotos. Ilusión por ver a Agus y A Felix. Llegamos sobre las 5 de la tarde. Frío y tiempo desapacible. La bajada a Valsaín y la pasada por la Fuenfría sólo la hizo uno. La mayoría bajamos desde Navacerrada a Cercedilla, por el camino del Calvario, por la falta de luz. Íbamos sobrados. Una estafa, sólo hicieron 110 Km. Recuperado mi cuentakilómetros sólo marcaba 92. Al final, despedida emotiva en la estación de Cercedilla. Os envío alguna foto aparte, para no llenaros el buzón."

Mi visión:

Lo mejor del sábado, sin duda, ¡encontrar aparcamiento cerca de casa a la primera! Un milagro. Y es que estaba yo como para ir dando vueltas por "la zona". Alberto el incansable comienza el día con "handicap", pese a lo cual por nada del mundo piensa en rajarse... En la más completa oscuridad salimos de Tres Cantos y al poco me veo rodeado de virtuosos de la bici rodando cuesta abajo en busca de la cola del pantano del Pardo, a toda caña y sin piedad. Primera rampa dura y vuelta a la realidad, "hay que reagruparse". Como suele ocurrir en estos casos, se reagrupan... algunos. En seguida vuelven a montar, cuando aún faltan otros por alcanzarnos. Ahí que viene Alberto, acompañado de una de las dos únicas féminas del pelotón, pero con un retraso acumulado ya considerable... A ver, si bajando sobre la bici uno es capaz sin dificultad de rodar a 20 o 30 km/hora, y Alberto nos da ventaja caminando a duras penas sobre sus castigados pies... Total, que de la escasa hora que llevamos de ruta, ¡ya acumulamos un retraso de dos¡, si es que esto es posible. Rematamos pronto la faena al ver que de "pista dificultosa" pasamos a "sendero imposible". Muy bonito ese puente de la Marmota, y tal, pero los "anteúltimos" de la banda ya ni tornan la cabeza para buscarnos cuando han librado el barranco. Al fin en pista acondicionada para rodar, Alberto que se va quedando de rueda y yo que alterno entre ir un poco adelantado hasta alcanzar a nuestra británica compañera Clarke y esperar a Alberto. Finalmente alcanzamos al grupo que da buena cuenta de los plátanos, barritas, y frutos secos en Manzanares el Real. Complace enterarse de que no somos los últimos, pues detrás quedan dos o tres... con problemas de rodillas uno de ellos. Bordeamos el pantano y tomamos la vía pecuaria... Delante ya se empieza a formar de nuevo un grupo con pocas ganas de esperar... les sigo hasta que por órdenes de organización nos detenemos... Pronto se sublevan y vuelven a escapar. Me retengo hasta ver a Alberto, que en este tramo ha decidido atajar, acabando en paseo "fascítico". La pista siempre sube camino ya de la Morcuera. Doy buena cuenta de unos cuantos antes de llegar a la barrera, que esta vez si nos detiene a todos, por estar allí el todo terreno con los plátanos. Otra vez que se escapan sin más demora los primeros y yo me espero un rato más hasta quedar solo con otros dos. Estos tiran para arriba y me voy con ellos, Alberto aún no ha llegado. La subida a Morcuera, otro rosario. Vuelvo a pasar a unos cuantos y al alcanzar la carretera comienzan mis problemas musculares y tendinosos... Los primeros que se suben, obliga a no ir en pié sobre la bici, y el dolor de los tendones de la rodilla izquierda me acompañará ya hasta el final con cada pedalada. De Alberto no se nada, y llevo su chubasquero... Aguanta sin llover, aunque hay mucha humedad y un frío del demonio. En el puerto "sigue estando la puerta abierta, a ver si alguien se decide a cerrar". Llego al refugio y creo alucinar al ver allí a Alberto enfundado en ropa seca y tan campante. No tan campante, al baño creo que no entró nadie tras el. Los radiadores y la chimenea estaban copadas, y nos conformamos con el suelo, relativamente cálido en el interior. Bocata, plátanos, coca-cola, café... y otra vez a la intemperie combatiendo en la bajada un tremendo vendaval que barría las ramas menos fornidas del robledal en dirección al puente del perdón. Nos aprestamos a salir con el primer grupo para ir ganando terreno en previsión del que luego perderemos. Ya en la bajada vuelta a dejar de rueda a Alberto. En el Paular nos juntamos 19, y por la pista que nos encamina dando tremendos rodeos hacia Cotos, nos vamos esperando... más o menos. Una vez pasado al otro lado de la carretera al puerto, se pierde todo sentido de la camaradería y sálvese quien pueda. De los 19, 7 se me van por delante (más fuertes) y quedo en compañía de 2, mientras el resto seguirá nuestras huellas. La pista a Cotos... sube, baja, vuelve a subir... parece un vacile. En un momento determinado hay que adivinar un desvío a la derecha de la pista principal por otra poco evidente y endiabladamente pindia. En mi grupo de tres tenemos la suerte de llegar a este punto cuando la organización a pié lo ha alcanzado desde la carretera... Los 7 de adelante no tuvieron tanta suerte y quedan abandonados... Su error les llevó a quemar sus fuerzas alcanzando casi Cotos pero sin poder enlazar, teniéndose que dar la vuelta y errando en otro mal desvío... (así se le fue un Tour a Perico). Y yo que pensaba que la carretera a Cotos era pan comido... aún tuvimos que arrastrarnos a lo largo de casi 3 interminables kilómetros. Mi compañero de viaje en este último Km no dejaba de quejarse... razones tenía el hombre, al igual que yo, más digno... Cuando la tendinitis ataca... por mucha esperanza de mejoría que se tenga... si no se para, no remite. Por no hablar de las bolas... que se suben, bien que se suben. Con estas alcanzamos al fin el fin de puerto. Por cierto, uno se da cuenta entonces de lo larguísimo que es el aparcamiento de Cotos. Y al final, al final estaba ya Alberto, recién llegado, junto a los plátanos y últimas barritas. Cálido nos acoge el refugio, y no sé por qué suerte de sorteo me tocó salir a por las latas de cola a la máquina de la calle... Los supervivientes van llegando y vuelven a acaparar los radiadores y chimenea. Cafés, bocatas de bacon, ... todo resulta insuficiente para colmar al voraz pelotón. Pronto se alzan las primeras voces contra la opción Fonfría. Y poco a poco cala la cordura en todos, salvo uno que se fue sin más decir por el itinerario previsto en solitario. De momento yo al principio mantenía la opción de bajar por Valsaín, si alguien se animaba, pero nadie parecía hacerlo y finalmente partí con Alberto por la carretera hacia Navacerrada. Poco antes de salir nosotros, llegaban a Cotos los, antes, más fuertes (quienes perdieron el desvío en la subida), que ya no lo eran tanto, visitados por la pájara. Camino de Navacerrada nos van sobrepasando, y más nos pasarán cuando paseamos por la pedregosa pista que desciende por el fondo del valle. Al fin llegamos a Cercedilla, tras 109 Km, 14Km/hora de media y 7 horas 45 minutos sobre la bici. Pese a todo, parece que nos hubiera tocado la lotería, de radiantes que aparecemos... Y ahora... tres de Voltarén por día, y un poquito de hielo de vez en cuando.