domingo, 6 de julio de 2008

Los Infiernos

Bien pudiera parecer que comienzo a salir de Los Infiernos, siendo ahí donde me encaramo para por fin romper mi sequía de cuatro largos meses...
6, 7 y 8 de julio. El viernes nos plantamos Daniel, Cristina y yo en la Casa de Piedra. Vergonzoso lo que están haciendo con el futuro Panticosa Resort. Primera noche para Daniel de compartir habitación con desconocidos que roncan, parecen ahogarse, duermen cuando aún hay luz, se despiertan a horas increibles, hablan otros idiomas, ... Sábado bien tempranito encaminamos nuestros pasos cargados con pesadas mochilas hacia los Ibones Azules. En el primero comemos y sesteamos hasta que nos alcanzan Roberto y sus amigos. Nos llegamos hasta el Ibón Azul superior, donde estableceremos nuestro campo base. Siesta en condiciones, plantación de tiendas, paseo en torno al lago por las alturas. Se pone el sol y con el nosotros. Por la noche, tormenta.

No son las 7 y ya estoy haciendo ruido. Desayuno, limpieza de dientes, plantación de pino, y nada, que nadie se levanta. A las 7:45h no aguanto más y parto hacia los Infiernos de avanzadilla. Solitario alcancé el collado y descubrí el lago. Solitario me asombré ante la marmolera y recorrí sus límites. 45 minutos hasta el collado y casi una hora más hasta la cima central de los Infiernos. Cresteando la línea blanca me llego hasta el pico occidental. De vuelta, me cruzo con el resto de compis con los que cruzo apenas unas palabras anunciando que adelantaremos nuestro descenso. De vuelta al Ibón, desmontamos el campamento, me atrevo con un chapuzón y partimos los López Salmón. Tranquilamente descendemos a Bachimala donde comemos. Daniel se comporta bien y apenas come el tarro a su madre con los continuos ruegos de espera. Sobre las 16:30 estamos de vuelta a Casa de Piedra dando buena cuenta de unos refrescos.