jueves, 31 de julio de 2003

Peña Ubiña

31 de julio de 2003. Peña Ubiña (2411 m) y Peña Cerreos (2101 m). A las 6 de la mañana ya estaba al volante. A las 8:30 en Tuiza. He visto que no cuento con argumentos lo suficientemente atrayentes como para que me acompañen, así que decido hacerlo solo. De Santander a poco antes del pueblo, cubierto por la niebla, pero en Tuiza me esperaba el sol.

A las 10:40 h arriba de la Ubiña (leí que se tardaban 4 horas en subir...). Ni un alma por la zona, salvo arriba que había un tipo, y un abuelo con el que intercambio unas palabras al poco de abandonar el pueblo. Estuve arriba una hora y de bajada... cogí carrerilla y me subí a Peña Cerreos, creo que se llama. La vuelta, dando un rodeo por detrás de esta otra peña, donde arriesgué un poco (por estar solo). Un par de resbalones y golpe en la cara que me dí con el bastón al apoyarme en una piedra... Antes de las 14:00 ya estaba de vuelta al coche. Definitivamente esto de caminar en solitario tiene poca gracia. Es el sacrificio a pagar por algunos paisajes... A las 16:30 en casa.

Y poco después en comisaria intentando poner una denuncia contra un loco, que acabó en hoja de reclamaciones y denuncia en cuartel... pero esta es ya otra historia de incompetencias.

miércoles, 23 de julio de 2003

Morra del Lechugales

26 de julio de 2003. Pica del Jierru (2426 m), Morra del Lechugales (2441 m), Silla de Caballo Cimero (2438 m), Grajal de Arriba (2320 m) y Grajal de Abajo (2230 m). Primer día de vacaciones.

Tengo dos semanas para desfogarme y parecen comenzar bien. Oscar, cumplidor, se apunta esta vez. A Chus también le motivó este plan de Lechugales, en cuya antecima se quedó hace un año. Llegamos a la mina sin problemas y allí hacemos fotos. Pequeño descanso, compramos una botella de mal vino y seguimos para arriba. Un par de ingleses perdidos reciben nuestro consejo y tratan de seguirnos un rato. Al Tiro la Infanta Oscar llega con dificultades. Pica del Jierru, allí Oscar se pone a comer a toda velocidad y parece que algo le sienta mal. A duras penas lo convencemos para que prosiga hacia la Morra. Tenemos que escoltarle para que no se escape. Trepamos el pequeño muro... varias veces (vuelta por la cámara, vuelta por las tarjetas...) y arriba llegamos los tres. De bajada también Chus y yo subimos a la Silla del Caballo Cimero. Bonita cresta. Oscar parece que se recupera nos hace subir al Grajal de Arriba y luego también al de Abajo. Nos tienta para subir a la Rasa de la Inagotable... pero somos razonables y cogemos el camino de vuelta. Oscar acabó esprintando.

domingo, 13 de julio de 2003

Monte Perdido y encontrado

Valle de Ordesa y Monte Perdido (3355m). 12 y 13 de julio de 2003. Me hacía ilusión subir a Monte Perdido con Alberto... y así lo hicimos. Nos acompañan Rafa y Mª Ángeles. El viernes tras salir de trabajar cargamos el maletero y nos vamos hasta Torla. Cristina y Daniel nos acompañarán el sábado por la mañana durante un trecho del sendero de Ordesa, hasta que junto a la cascada de Arazas Daniel se niega a continuar andando. Con las mochilas cargadas (nos aseguraron que se haría necesario el uso de crampones...) y sin prisas llegamos a las Gradas de Soaso, por encima de las cuales comemos. En cuestión de minutos se prepara tormenta eléctrica en las cumbres, pero pasa en un rato. La cola de caballo está imponente. Alberto lo tiene claro y la elección entre "camino de las zetas" y "clavijas de soaso" se decanta por el primero. Momentos de vértigo para Alberto y pronto alcanzamos la cabezera de este tremendo anfiteatro glaciar. Pronto llegamos a Góriz donde las tiendas de campaña se apiñan. Hay tiempo para tomar la primera cocacola, montar la tienda, ducharse, no ducharse, ... Cenamos, y me sorprenden con una botella de Cava y otra de Sidra... Mañana es mi cumpleaños y damos buena cuenta del cava. Alberto y yo dormimos al raso. No hace frío y la luna y cielo invitan. Rafa y MªÁngeles casi se enfadan para que nos metamos en la tienda, pero no llega la sangre al río. Incluso "Joze Ignacio" pasa la noche tranquilo. El campamento se deja en manos del sueño nada más ponerse el sol. El domingo será un día largo...

A las 5 suena mi despertador y compruebo que Alberto a mi derecha sigue vivo... Aún es de noche pero aclara rápidamente. Ordenamos algo de lo que subiremos y dejaremos y comienzo a quitar el doble techo de la tienda de Rafa, cuando aún ronca... Nos organizamos y salimos a las 6:20 en dirección al Monte Perdido, del que pisaremos cumbre a las 9:25h. El resto, el camino de vuelta a Góriz y de aquí por todo el valle de Ordesa hasta el parking, ya es otra historia. Alberto y yo llegamos al bus de las 17:20 sin apenas descanso. Pies morados los de Alberto que desesperado cambia primero las botas por zapatillas y luego se descalza... solo durante dos pasos. Rafa y MªÁngeles fueron abandonados a la altura de cola de caballo. Ellos se quedan un día más y no tienen tanta prisa. A nosotros nos espera la carretera, de regreso a Madrid.

sábado, 5 de julio de 2003

Las dos Agujas, de Bustamante y Canalona

"Las dos Agujas", de Bustamante y Canalona 5 de julio de 2003

Nos dirigimos a escalar paseando, y acabaremos corriendo... Javier subió la aguja de la Canalona hace unos días, así que se presta a liderar de nuevo cordada para que yo también pose mis huesos en su aérea cima. A última hora se nos une nuestro padre que hará de fotógrafo. También nos acompañan Alena y Nuria. En el telesférico sobrepasamos la línea de nubes y caminamos a ritmo de niña de 6 años recién cumplidos durante los primeros metros camino de la Vueltona. Pronto nos separamos. Y decidimos empezar por subir a la Aguja de Bustamante... Así que dejamos atrás a Manuel y aún más atrás a Nuria con Alena. Sobre las 13:30 empezamos a trepar por los descompuestos bloques y grietas de la Aguja de Bustamante. Javier abre mientras yo me siento un poco “el señorito” , y el asume el papel de mi “Cainejo”. No es un sentir que me plazca. Así que cuando me toca el turno de seguir sus pasos, lo hago con la mayor celeridad. Los dos largos los hacemos tres, para dar tiempo a adaptar el ritmo cardiaco. Yo desde luego no sería capaz de tirar de primero sabiendo de los seguros tan “precarios” que van quedando por debajo. Vemos a nuestro padre abajo en la pedrera y nos apunta con la cámara. Tras decidirnos por rodear un enorme bloque desde su cómoda terraza, y tras pasar Javier un momento de apuro, obligándole a descender a recoger unos de los friends, para ponerlo por encima del otro... ya hemos completado el último largo y nos encaramamos en su estrecha punta. En verdad la punta solo la podemos abrazar con nuestras manos. Apenas disfrutamos de las vistas hacia la impresionante pared de Horcados Rojos... Abajo están ya todos y la cámara de fotos echa humo. En un solo rápel Javier desciende a la base (50 metros) y recupera la mochila que dejamos en la última repisa. Me toca rapelar y cuando estoy a unos diez metros del suelo, apoyo los pies en un bloque que repentinamente se desprende... “Piedra!”. Javier solo tiene tiempo de alzar la vista y fijarse en el gran bloque que se estrella a un par de metros de su cabeza y lanza pequeños proyectiles que procura evitar. Uno choca contra su casco y otro va a la mochila de su espalda... No ha habido daños! Uno no está seguro hasta que está en casa.

Pasado el susto recogemos y vamos al jou al encuentro del resto... y de los bocatas. Rápido tente en pié y yo aún animado a subir la otra aguja... la de la Canalona. A eso de las 15:45 caminamos hacia la base de la aguja. Manolo tira hacia el collado para pasear por la ladera de la torre de las Coteras Rojas, buscando panorámica para tirarnos fotos. Alena y Nuria se estarán un rato para luego bajar poco a poco. Tras hacer el primer largo por libre, comenzamos la trepada. Los dos primeros largos van rápido. Seguimos la grieta sin pausa. Dos cordadas nos esperan para poder descender. A falta de un largo, en el collado que separa la aguja del cuerno, esperamos a que rapelen los cuatro que descienden. Las agujas del reloj corren. Manolo duda sobre nuestra situación y sigue en tensa espera. Desde donde el está no nos puede ver. Finalmente la reunión queda liberada y Javier sortea los bloques para alzarse en la cima. Le sigo. Me arrastro entre sus piedras y me encaramo en el último peldaño. “Ahora ¿qué?” pregunto. De pié, encima de una laja apoyo los dos manos por encima de mi cabeza en la planicie de su cima. No hay agarres. “Alehop”. A pulso, sin echar vista al precipicio y para arriba. No hay otra. Al fin estoy arriba! Impresionan las vistas... por lo que apenas disfruto de ellas. Además el último telesférico nos abandonará a las 20:00. Dudamos si nuestro padre ya se habrá vuelto, cuando de pronto lo vemos en el collado de la canalona. Y aún le quedan fotos en el carrete. Acabó con las 24 en las dos agujas!



Primer rápel que desciendo primero. Este es vertical. Javier baja pronto y recogemos cuerda... con la mala suerte de que el nudo queda enclavado en una grieta y nos es imposible recuperar. No queda mas remedio que volver a subir, por la misma cuerda, con el ocho y haciendo nudos de seguro por debajo para poder recuperarlas. Javier se funde en la tarea, mientras yo procuro despejar mi mente organizando una de las cuerdas. Al fin lo logra. Arriba recoloca cuerdas y desciende. Aliviados volvemos a tirar de una de ellas ... Hostias. La cuerda se ha rizado y está ya muy arriba. Maldita mala suerte. Con cuidado seguimos tirando pero no podemos evitar que uno de los rizos alcance la reunión... y la cuerda que no cede. En nuestro empeño se desprenden unas cuantas piedras y esperamos encogidos que no nos golpeen. Nos libramos. Javier maldice. Y no nos queda otra que abandonar la cuerda. Menos mal que pudimos recuperar una. Son casi las 19:00h. Hacemos tres rapeles a toda velocidad. Una vez en el valle corremos pedrera abajo. Nos organizamos, cuerda para uno y mochila con material para el otro. Nos toca ahora carrera alpina! En media hora nos sumimos en la niebla más allá de la vueltona y alcanzamos el mirador del cable, a tiempo! Antes nos cruzamos con Mariano que “echará un vistazo a nuestra cuerda desde el refugio”. Y a un amigo de Javier que el siguiente día tiene previsto subir a la aguja y procurará recuperar nuestra cuerda... Menudo alivio. Veremos si aún tenemos suerte. Bajamos en el último viaje del día del funicular. Santa paliza, y aún sin disfrutar de las trepadas! Esto no está hecho para mí.