viernes, 29 de febrero de 2008

Pico Tempestades

29 de febrero, 1 y 2 de marzo Tempestades 3290m De vuelta... antes del debate...

...anticipar que ayer pisé la cima del pico Tempestades después de hacer una ascensión realmente acojonante en todos los sentidos. Tengo un careto que es para verlo, sin crema desde las 8 de la mañana hasta las 16:00 de la tarde, bajo un sol de justicia sobre la superficie nevada.

El viernes 29, iniciamos el porteo de pesado material desde Pla de Senarta (1400m) por la pista de Vallibierna a las 22:50h, después de habernos llegado ahí desde Madrid; Roberto, Lan (su perro) y yo mismo. Alcanzamos el refugio Coronas o de Pescadores (1950m) a las 01:00, aproximadamente los 2 últimos de los 8'5 km nevados.

Sábado 1 de marzo, dedicado a toma de contacto con el medio nivoso y el material de travesía en recorrido hasta los lagos de Vallibierna.

Lecciones aprendidas:

o Subiendo: Anticipar siempre el trazado más cómodo y seguro, buscando no sobrepasar la inclinación que provoque el deslizamiento atrás. El esquí no se levanta, se arrastra alargando la zancada desde muy atrás... A medida que aumenta la pendiente se requirará tirar de vueltas María. Para ello primero asentar bien sobretodo la tabla de abajo, después colocar a la inversa el de arriba, lo más cerca del primero y con los bastones por detrás (pendiente abajo). Mover el bastón atrasado por delante y levantar el esquí juntanto la punta a la pierna contraria hasta ponerlo en paralelo con el primero. Cuando la superficie está helada, cantear y acuchillar por movimiento trasversal o por golpeo en modo escalón. En perpendicular a la pendiente se puede andar a modo escalones... Si hay tropiezo intentar siempre detener poniendo esquí perpendicular a pendiente, bajar la punta o cola, etc... De caer, mejor siempre con los pies juntos.

o Bajando: Recurso de la vuelta maria. En este caso tener en cuenta que debe afianzarse pues ahora desliza... Similar a la vuelta arriba. Anticipar bien los giros e ir parando para recuperar. Cuña - recoger, cuanto mejor se aprenda esto, menos problemas...

El resto fue recibir a los dos compañeros que faltaban por llegar, comer, siesta, cenar, dormir.

Domingo, 8:00, iniciamos la travesía con los esquíes calzados atravesando un bonito bosque por el valle de Vallibierna. Superado el bosque llegamos a una zona de meandros, Pleta de Llosás, en donde abandona Sergio. Afrontamos las primeras dificultades ante una cuesta helada aún a esa temprana hora. Curso acelerado de cómo subir pendientes de unos 30º con los esquíes en los pies y esa sensación de pato... Vueltas maría, acuchillado con los cantos, escalones arriba, zigzag constante anticipando la mejor de las trayectorias. Superada esta dificultad alcanzamos un bonito y helado lago (Ibón de Llosás, 2510m) bajo los farallones que protegen el Tempestades dando la forma de "paralelogramo inclinado" y cayendo directamente de su cúspide. Entramos en un precioso valle pasando junto al ibón pequeño de Llosás. Superado este tenemos ante nosotros unos 200 metros de travesía en diagonal, que va alcanzando una pendiente considerable (y con esas piedras esperando siempre debajo...). Visto esto, otro componente de nuestro grupo abandona (Brito). Quedo con mi lazarillo, en esto del esquí alpinístico, Roberto, y también nos sigue su perro Lan. Finalmente no tenemos más remedio que calzar crampones para atravesar 10 vertiginosos metros (Roberto tuvo que pasar dos veces para portear primero al perro y luego al resto del equipo). Superada esta dificultad se afronta el enorme plató diagonal que hacia la izda culmina en el pico Tempestades, dejando a nuestra derecha Margalida y Russell. El sol nos atiza y hace especial mella en mi compañero. Ya sin agua la desidratación puede con el, y dado que al Tempestades ha subido en 4 ocasiones, opta por esperarme en la base de su última pirámide. Descalzo de esquís, con crampones sobre las pesadas botas, piolet en una mano y bastón en la otra, afronto estos últimos 200-300 metros. El miedo es libre y en estas laderas inclinadas unos 45 grados no me siento nunca cómodo... Pese a todo paso a paso me trazo mis zig-zags. Las puntas de los lados hunden la superficie unos 10 cm clavando en el hielo mínimamente, y paso a paso me acerco a la seguridad sicológica de los bloques de rocas que gano a la derecha. Asomarse al tremendo glaciar bajo el abismo es la hostia, crestear los últimos metros para alcanzar a ver el Aneto (tan cerca y tan lejos) con la famosa arista Aneto - Tempestades a los pies y dejar abajo el resto de los picos circundantes... Una pena haber llegado ahí solo. Son las 13:00 y no disfruto de la cima por la preocupación del descenso. Apuro al máximo las rocas que afloran y finalmente doy el paso a la pendiente nevada. Desciendo ganando poco a poco confianza; primero cara a la pendiente clavando piolét y bastón, luego en diagonal y finalmente alcanzo la roca en que esperan Roberto y su fiel Lan. Ya despojados los esquíes de sus antideslizantes pieles, me toca enfrentarme a los miedos del descenso. Y para colmo estoy hecho polvo. Roberto me marca las trazadas y espera paciente aconsejando. Con mi ortopédico estilo voy perdiendo metros, pero mis muslos arden. Cada par de giros son para mí un examen, y el esfuerzo tal que debo detenerme. Alcanzamos una zona que se inclina en exceso y opto por trazar una larga diagonal buscando una salida a la izda. Se cierra mi paso por una gran pendiente (unos 40 grados) y me descalzo las tablas para portear penosamente por rocas... Aparatosísimo. De nuevo en la pendiente nevada descendemos ya con cómoda inclinación hasta la zona de los lagos... A poco que me confío casi me calzo una hostia... Nos queda una última dificultad en la pendiente precedente al laberíntico bosque. La nieve está en mejores condiciones tras las horas de sol y poco a poco lo libramos. Alcanzado el río soy consciente de lo tremendamente cansado que estoy. Bebemos y partimos... Y yo que pensé que dejarse deslizar sobre los esquíes no costaba esfuerzo... Ni tan siquiera dejarse llevar recto supone un descanso, tal es la tensión de las piernas. Con cuidado, repitiéndome que no debo relajarme, driblo los obstáculos (piedras, ramas, árboles) y alcanzo de nuevo el refugio de Pescadores. Estoy reventado. Los compañeros esperan con la comidita preparada (son alrededor de las 16:00), pero casi no puedo ni comer... Recuperadas algunas energías preparamos el enorme macuto y descendemos sobre los esquíes por la pista los 2 km aún nevados. Ahí volvemos a recuperar nuestro caminar, aún más cargadas las espaldas. Sobre las 19:00 llegamos a las furgos. En Benasque unas tapitas, y en La Muela (Zaragoza) un buén bocata de tortilla. A las 2:00 llego a mi casa...

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